Tras superar la Semana Santa de 2004 con un éxito apoteósico en cuanto a resultados de combustible y productos de tienda, dio comienzo la temporada turística, lo que suponía multiplicar aún más las ventas. Las tareas de limpieza de surtidores, pista y tren de lavado se hacían en la medida de lo posible, es decir, muy de tarde en tarde y sólo con ocasión de las visitas del JZ. A partir de esa época los resultados de Horizonte* en nuestra estación comenzaron a ser reales y reflejaban todo aquello que debía mejorar. En principio no parecía tener demasiado peso en la opinión de los jefes teniendo en cuenta que para la fluidez de la estación se hacía necesario la permanencia de dos expendedores en ambas cajas la mayor parte del tiempo, pero pronto el JZ se fue volviendo más exigente con el tema de las puntuaciones del cliente fantasma.
Así, nos pusieron un expendedor extra durante los tres meses fuertes de verano además del sustituto para realizar las vacaciones, que solía ser una expendedora con experiencia de la estación vecina que hacía de correturnos. Lo bueno de la correturnos es que disponíamos de esta persona con un margen añadido de dos meses, eso me permitía planear las vacaciones de todos con una ventaja como era la de empalmar el inicio vacacional inmediatamente después de los cuatro días libres, de modo que se alargaban esas jornadas de ocio y al finalizar éstas podías encontrarte que trabajabas tres o cuatro días (o incluso menos) y de nuevo estabas disfrutando de la siguiente tanda de días libres. En todo caso, siempre podías negociar con los compañeros ese par de días para enganchar con los libres. Lógicamente nuestras quincenas vacacionales no comenzaban el día 1 o 16 del mes, sino en el momento inmediato más ventajoso. De este modo disfrutábamos de superávit anual de días descansados gracias a esos dos meses de margen. (El cuadrante anual para la empresa era el estándar, pero nosotros utilizábamos el nuestro particular) No había problema al respecto, en ésa época nunca los había porque la plantilla se avenía muy bien y no había demasiado control por parte del JZ en ese aspecto. El expendedor de refuerzo y la de fin de semana o de libre disposición tenían un contrato a cuya finalización se les abonaba en finiquito las vacaciones no disfrutadas, y así vuelta a empezar, a veces con la misma gente, y a veces con otra distinta según las circunstancias.
El tiempo fue pasando, dejamos atrás los años 2004 y 2005 todo lo bien que se podía esperar. Sin problemas destacables, cualquier contingencia se arreglaba satisfactoriamente de modo interno, y por lo tanto no necesitábamos de sindicatos ni árbitros para tales menesteres. En ese periodo se cambió de expendedor varias veces, pues el conocido del “Figura”, que sustituyó a uno de los compañeros jubilados no se consolidó en su puesto. Los que vinieron después probaron aquello y pronto vieron que con el sueldo que se pagaba no valía la pena el esfuerzo, y otros simplemente no se sintieron a gusto con aquel oficio. Hubo una racha de gente que no aguantaba más de seis meses, y cuando venía alguien realmente válido, al alcanzar un año, la empresa no le renovaba el contrato por razones de política interna.
Ya hacía bastante tiempo que nos instalaron las cámaras de seguridad, así que las "fugas" pasamos a denunciarlas, a instancias de la policía, por fin con datos concretos y certeros, y a la vuelta de la comisaría (siempre en horas de trabajo) te parabas a tomar un respiro con cervecita y pincho incluido. El hecho de que ya dispusiéramos de cámaras, conllevó que la deuda menguara sustancialmente, pero siempre había confusiones de cobro, o descuadres de los empleados nuevos, o mil cosas derivadas de tantas y tantas transacciones que hacía que el montante de lo debido continuara allí, oculto pero latente, siempre variable gracias al beneficio de “nuestras” Pruebas de Surtidor.
Por aquel entonces mi “enchufada”, la futura crack de esta historia, ya se había ganado la total confianza del “Figura” a base de reírle los chistes malos con unas carcajadas de tal magnitud que dejaban a la vista los huecos de sus vacantes muelas. Ya en el año 2006, con mi rango de expendedor deLuxe totalmente consolidado, fui instruyendo a mi “enchufada” poco a poco, en el manejo del Handheld* para realizar los pedidos de tienda, de este modo estaría preparada para cuando a mi me fuese imposible hacerlo por cualquier razón, ya que el “Figura” no sabía y pasaba de eso.
Y le gustó a mi “enchufada” lo del pedido, vaya que sí. Eso de pasearse con la maquinita por la tienda moviendo el pandero de aquí para allá a la vista de nuestros clientes habituales parecía que la elevaba al séptimo cielo.
Lo del Handheld fue el primer paso, pronto aprendió su uso para los inventarios, y ya en la oficina la instruí en la aplicación informática para dar de baja los productos caducados y alguna que otra cosita de la operativa.
Y hablando de inventarios, ese mes habíamos tenido unas mermas que superaban ciertamente lo permitido. Ello se debía en buena parte a que durante el proceso, la responsable de la estación vecina, que venía a ayudarnos con su propio Handheld, ejercía escrupulosamente su deber y limitaba en lo posible las “maniobras” del “Figura”. Caía mal aquella encargada. No obstante estaba catalogada por el JZ como una de las mejores, y yo tenía una relación muy especial con ella desde antes de su ingreso en la empresa, así que era consciente de su mayor preocupación por las cosas. Hacía algún tiempo que en su estación surgió un problema de acoso con un expendedor, un hecho que llevaban meses arrastrando y que no acababa de solucionarse. La historia derivaba a tal magnitud que apenas podía dormir sin medicarse. Por supuesto tanto el JZ como el DR estaban al corriente de la delicada situación que se vivía en la estación vecina, cuya problemática inevitablemente, trascendió más allá de la Delegación.
Al poco tiempo, y ante la evidencia que las cosas podían derivar a mayores, y no teniendo un fácil arreglo si la empresa no echaba mano de la chequera, el JZ dio vía libre a una maniobra que, para ser llevada a cabo, necesitaba sustancialmente de mi colaboración.
Pero eso se verá en el próximo capítulo.
(Continuará…)
*Horizonte: Programa inicialmente creado para evaluar la calidad en el servicio de las EESS, posteriormente sustituído por Estación 10
*Hand held: terminal portátil para la realización de pedidos e inventarios.