CAPITULO 19

-Hay un comunicado para ti - me dijo la “Trepa”
-¿Para mí?
-Bueno, para todos. Pero míralo tú antes.

Era un simple fax con membrete de Campsared y firma del DR, el texto comunicaba a la plantilla que Doña XXX (osea la "Trepa"), pasaba a ser la máxima responsable de la estación en tanto que Don XXX (osea el "Figura"), quedaba relegado a labores de segundo responsable.  Y en cuanto a mi, quedaba excluido de todo. Así de simple.

-Muy bien -dije, y acto seguido, me dispuse a iniciar el relevo de turno
-Espera, no te vayas, hay algo más.

Entonces sacó un folio original de RR LL (Recursos Laborales) a mi nombre que decía: “Le informamos que a partir de éste mes de junio de 2010 se dejará de ingresar en su nómina el Plus de Dedicación al haber concluido la causa que dio pie a dicho complemento”.

-Estupendo -dije,  por decir cualquier cosa

Sin el Plus de Turno Partido y ahora sin el Plus de Dedicación, mi sueldo encogió a niveles críticos. Cobraba menos que cuatro años atrás, y encima estaba bajo las órdenes de aquella… aquella persona vinculada a un familiar mío, aquella que entrara a trabajar de mi mano y que aprendiera casi todo de mi, pero sobre todo por que se instruyó,  tuvo el empeño de sacarme los ojos, como buen cuervo, como si siempre hubiera perseguido tal fin , y no cejó hasta conseguirlo. Y lo bueno aún estaba por llegar.

Durante los dos meses siguientes no paré de darle a la olla, sopesé muy detenidamente las cosas, estudié con el abogado del sindicato “Y” la posibilidad de iniciar una rescisión de contrato en base a incumplimientos varios sobre mis condiciones laborales, pero enseguida, con lo aportado, se vio que aquello no prosperaría. Los abogados sindicales solo acuden a pleito cuando se las saben ganadas, únicamente se enfrentan a abusos MUY flagrantes en los que prácticamente no necesitas defensores, y la intuición en este caso, me aconsejaba desestimar ese camino. Lo que decidí hacer, desde el mismo momento del expolio, fue comenzar a utilizar mis Horas Sindicales, mi Día de Libre Disposición, y a explotar  todo derecho laboral que se terciara de mi parte.  Se acabó eso de venir por las mañanas con quince minutos de adelanto para poner a punto la estación. Se acabó la disponibilidad, se acabó la flexibilidad, y se acabó coger el teléfono durante mis días libres.
Estaba muy claro que no era suficiente, tenía que hacer algo más, la mierda de sueldillo que estaba recibiendo a cambio de subir la persiana en un negocio muy rentable, y en unas condiciones laborales muy adversas -y que encima no era negocio mío-, me parecía un insulto a la inteligencia y un desperdicio de mis facultades.
Mentalmente, me hice un listado de gente a visitar, gentes con las que siempre quedé bien en el pasado. De entre todas las opciones posibles me acordé del reciente comentario de un allegado, acerca de una persona próxima a jubilarse, que casualmente ocupaba una plaza interesante en una prestigiosa multinacional (nada de petróleo). Mis cualidades y aptitudes eran perfectamente válidas para ese puesto. Había acumulado en el pasado algunos años de experiencia en ese mismo ramo, y afortunadamente, todo ese asunto lo conocía muy bien quien me hizo el comentario sobre aquel trabajo. Para mayor fortuna, ese allegado gozaba de tremenda influencia como miembro destacado del departamento donde desempeñaba su labor el inminente y futuro jubilado. Era una oportunidad de oro. No me lo pensé dos veces, tenía que allanar mi camino, mi futuro se encontraba fuera de allí. Una mañana de octubre de 2010,  me facilitaron una cita y me entrevisté con quien debía abrirme un nuevo camino.

-El puesto es suyo, contamos con usted -resolvieron tras una breve audiencia, solo había que esperar pues hasta abril de 2011 no se produciría la vacante. Así que me quedaban aún cinco mesecitos de Campsared. Cinco mesecitos de SPO y cinco mesecitos de aguantar a la“Trepa” y sus caprichos. Obviamente mantuve todo en secreto, y durante ese tiempo continué haciendo uso de mis dos días al mes por asuntos sindicales. (La broma del 29-S* me había costado casi 100 euros, ése mes no saqué ni para pipas)

Los días fueron transcurriendo, las navidades ya habían pasado y estábamos a principios de enero de 2011, recién concluida la campaña de lotes navideños que incluían paletillas Navidul (¿o eran de otra marca?...vaya, ya no lo recuerdo). El ambiente laboral era de puro secretismo, la “Trepa” se pasaba casi todas las horas metida en su cubil, y por lo tanto su tremendo culo de mandril se fue haciendo cada día más grande amenazando con no entrar por la puerta. Los tickets pendientes y demás deudas, se redujeron a los que únicamente debían correspondernos como responsabilidad mía o del compañero veterano, quedando el resto,  los numerosos descuadres del “Figura” y de la nueva expendedora a cuatro horas (la anterior inició carrera universitaria) ocultos, disimulados en su secretismo, sin renunciar a que, de tanto en tanto seguian haciendo “Pruebas de Surtidor” a nuestras espaldas para ir restándose su propia deuda. Ya no contaban ni para eso con nosotros dos. Mejor. Tanto mis tickets pendientes como los que tuviera el compañero se debían a pequeñas fuguillas de moteros que no valía la pena denunciar por lo exiguo del montante, y algún que otro fallo de pre-pago, no gran cosa, Cuando esto sucedía, yo me lo “arreglaba” por la parte que me tocaba, de tal forma que cuadrara mi turno, así, sobre la marcha, según iban surgiendo tales incidencias. Quería huir de reproches y desaires, y había buscado mi propia solución.

Un día tuve la extraña sensación de que me estaban observando, esa percepción de ser espiado, perduraba incluso cuando me encontraba yo solo en la estación. Le comenté al compañero esa sospecha, y de paso le fui poniendo sobre aviso de un modo ambiguo y superficial lo inminente de mi partida, pero sin llegar revelarlo claramente. Al mismo tiempo le aconsejaba que se buscara algo mejor en otro sitio, pues no cabía duda que en Campsared se avecinaban tiempos aún más horribles que aquellos que corrían por entonces. Al igual que yo, el compañero sabía también que él estaba en la “lista negra”,  y por eso terminó sucediéndole, por idénticos motivos, lo que ya previamente me había ocurrido a mí.  Pero eso se verá en el próximo capítulo.

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*29-S Huelga General en otoño de 2010 contra la Reforma Laboral y de las pensiones del gobierno socialista de Rodríguez Zapatero.