CAPITULO 15

No recuerdo cuándo se inició la crisis. Sólo sé que en diciembre de 2008 hubo una reunión del Delegado Regional con todos sus JZ, y a raíz de aquel encuentro, comenzaron los recortes y a apretar las tuercas con las 5 K´s. De pronto, dejaron de renovar contratos, y por consiguiente nos quitaron a una expendedora que hacía el turno partido con el objetivo de trasladarla a la estación vecina para cubrir una vacante en un turno completo. De la noche a la mañana se redujo el turno a un solo expendedor sin que las ventas justificasen ese recorte, pues seguíamos vendiendo más o menos tanto como siempre . De la noche a la mañana las condiciones de trabajo se transformaron en algo realmente duro y sacrificado. 500 transacciones de media por turno y sin bocata (porque el “Figura” no conocía el manejo del TPV ni jamás quiso aprender), todo ello, junto con la obligación de multiplicar esfuerzos ante las dificultades del negro panorama que se avecinaba. Así comenzó una nueva era en la que imperó lo irracional.
La nueva redistribución horaria aplicada a la expendedora de fin de semana, apenas logró un alivio  significativo. Mientras tanto, la responsable de Venta Activa no paraba de darnos leña de un modo tan desvergonzado como descerebrado, y los resultados del “cliente misterioso” nos exigían un cumplimiento al 100% como si te fuese la vida en ello.
Por esa época (marzo del 2009) el JZ dejó de pasarme en nómina el Plus de Jornada Partida, como una de tantas medidas de austeridad. Meses atrás, el servicio de limpieza de WC´s pasó a ser tarea, como ustedes saben, del expendedor a cambio de una mera propina. Con tanta carga y estando únicamente un expendedor por turno, la mayoría de los días, mi ayuda en la oficina se redujo sustancialmente, aunque el Plus de Dedicación lo seguía cobrando pese a que al “Figura” se le estaba acumulando el trabajo, y no por mi culpa. A las pocas semanas se comprobó que la nueva situación era inasumible, y viendo que la empresa no aportaba soluciones, el expendedor veterano, que ya estaba al límite de la extenuación  soportando a diario tanta tensión, se avino conmigo en aplicar el horario Anti-Estrés. Quien no lo quiso así fue mi “enchufada” que resistía aquella tormenta laboral de un modo muy bizarro, como buena crack que ya estaba demostrando ser (El horario Anti-Estrés está reconocido por la empresa y es aplicable si la mayoría de los expendedores afectados está de acuerdo en ello. Su funcionamiento consiste, mientras persista el motivo para tal reajuste, en alterar la cadencia de jornadas de trabajo y libres, de manera que cada cuatro días de faena se disfrutan dos días libres con el objetivo de sobrellevar más equilibradamente la situación). Como ya he dicho, mi “enchufada”, que a partir de ahora llamaré la “Trepa”, pues ya hacía tiempo que se le veía el plumero y había dejado bastante claras sus intenciones, no estaba conforme con ese horario provisional, simplemente por sembrar la semilla de la discordia, pero aún así, se aplicó el nuevo horario en votación por mayoría de los afectados.
A raíz de ello, mi relación con la “Trepa” se fue degradando cada día más ante la mirada presumiblemente neutral del “Figura” (aunque ya hacía algún tiempo que barría claramente a favor de ella, pues le servía muy bien el café). Si a esto le añadimos alguna desagradable desavenencia mía con el JZ a causa de las 5 K´s, solo puedo añadir que mi camino de rosas comenzó una etapa con rumbo a su declive. Un lento proceso que aún tenía que durar dos años.